Con la participación de Felipe Pérez, director del FAIR Center de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey.
Para el catedrático Felipe Pérez Sosa, uno de los autores del libro "Un sistema financiero para la movilidad social", una mayor inclusión financiera podría de generar un impacto significativo en la vida de millones de personas, ya que es herramienta crucial para impulsar la movilidad social en México.
El libro surgió de las conversaciones interinstitucionales entre el Tecnológico de Monterrey y el Centro de Estudios Espinosa Yglesias, "y de la necesidad de encontrar un tema de colaboración, entre expertos en movilidad social y de inclusión financiera, para explorar cómo puede favorecer la movilidad social", señaló el experto.
En la obra, el concepto de movilidad social se define como el cambio en la posición socioeconómica de los individuos en relación con sus padres. Este cambio puede ser tanto ascendente como descendente y se mide en términos absolutos (cambios en los estándares de vida entre generaciones) y relativos (cambios en la posición socioeconómica respecto al hogar de origen).
Por ello, indica que el libro no solo pretende recordar a los tomadores de decisiones la verdadera finalidad del sistema financiero—ayudar a la sociedad—sino también enfatizar la necesidad de diseñar políticas públicas y servicios financieros que impacten directamente en la base de la pirámide: “el sistema financiero, en su esencia, debería enfocarse en crear un impacto social tangible”, afirma Pérez Sosa durante una entrevista con MILENIO.
Un medio para mejorar las condiciones de vida
Uno de los métodos empleados en la elaboración del libro fue la organización de mesas de discusión con expertos de diversos sectores. Estas mesas abordaron temas como pensiones, crédito y normatividad, cuyas conclusiones fueron documentadas y dieron forma al contenido del libro. "Queríamos recordar la importancia de considerar el impacto social en las políticas públicas y en el diseño y administración de servicios financieros", añade el especialista.
La inclusión financiera ha sido promovida por organismos internacionales como el Banco Mundial, especialmente desde la introducción del microcrédito. Sin embargo, Pérez Sosa enfatiza que la inclusión financiera no debe ser el objetivo final, sino un medio para mejorar las condiciones de vida de la población y facilitar la movilidad social. “La inclusión financiera debe traducirse en beneficios tangibles”, subraya.
La movilidad social, definida como la capacidad de una persona para mejorar su posición socioeconómica en relación con sus padres, depende de la disponibilidad de oportunidades.
"Las personas deben tener capacidades para salir adelante, y un sistema financiero sensible a sus necesidades es clave para favorecer esta movilidad", explica. Agrega que este sistema debe apoyar tanto el emprendimiento como la inversión en capital humano, especialmente en la educación financiera.
Y es que, para el catedrático e integrante de la Escuela de Negocios del Tec de Monterrey, la educación financiera y el acceso al crédito son fundamentales para que los emprendedores puedan planificar y crecer.
Opina que muchas personas no mandan a sus hijos a la escuela debido a la incertidumbre económica. "La forma de pensar de quienes viven en incertidumbre es no poder planificar a largo plazo. La inclusión financiera puede mitigar esta incertidumbre y prevenir la movilidad social descendente".
Además, Pérez Sosa aboga por un esfuerzo conjunto de múltiples sectores. Desde el gobierno con políticas públicas que favorezcan los servicios financieros para todos, no solo para los que tengan mayor poder adquisitivo; las instituciones financieras necesitan un enfoque centrado en el cliente. "Los servicios financieros deben diseñarse escuchando y conociendo las necesidades reales de los usuarios", concluye.
Publicado originalmente en Milenio.