Elaborado por Pablo Pérez Akaki, investigador del FAIR Center.
Desde hace varios años saltó a la fama el concepto de inclusión financiera y de su relevancia para el desarrollo de los países, las regiones, las sociedades y, por supuesto, para las instituciones financieras. Desde la perspectiva del Banco Mundial, la inclusión financiera “se refiere al acceso que tienen las personas y las empresas a diversos productos y servicios financieros útiles y asequibles que atienden sus necesidades —transacciones, pagos, ahorro, crédito y seguros— y que se prestan de manera responsable y sostenible”. La posibilidad de acceso a dichos productos y servicios les permite emprender proyectos productivos, aprovechar oportunidades de inversión, atender emergencias, entre otras decisiones que se presentan a lo largo de la vida profesional y personal.
El primer reporte Monitor de la inclusión financiera, elaborado por el FAIR Center for Financial Access, Inclusion and Research del Tecnológico de Monterrey, evidencia que durante la pandemia se dieron cambios contrastantes en los indicadores de inclusión financiera en el país: por un lado, las cuentas de ahorro tuvieron un incremento fuerte y, por el otro, las cuentas de crédito reportaron un retroceso importante, manifestando un contraste respecto a la relación entre negocios creados y desaparecidos en el país, que habían tenido un índice cercano a 3 en el 2018 y para el 2021 se redujo a menos de 1.
Con la llegada del fenómeno fintech, el uso de tecnologías de vanguardia en la creación de servicios y productos financieros, se han generado grandes expectativas para que la inclusión financiera se profundice en el país y pueda contribuir decididamente al crecimiento de la economía mexicana. Sin embargo, las mediciones recientes muestran que, desde mediados de la década pasada, la inclusión financiera ha experimentado un crecimiento lento, insuficiente para reconocer que los rezagos en este tema se están resolviendo con las innovaciones que han llegado al sector financiero en los últimos años.
También es cierto que la llegada de estas iniciativas, basadas en la tecnología, ha ayudado a los organismos financieros tradicionales a renovar sus servicios e impulsar innovaciones para servir mejor a sus clientes y atraer a quienes no participan con ellos. Pero vale la pena destacar la importancia de la ciberseguridad y del énfasis que todos los participantes deben de poner en ella, que bastantes dolores de cabeza están provocando por todo el mundo.
Hoy también las generaciones más jóvenes que se incorporan a los mercados laborales se sienten fuertemente atraídos por las facilidades que ofrecen estas plataformas tecnológicas para invertir en nuevos activos financieros, como las criptomonedas. Si bien estos nuevos mercados han representado innovaciones que poco a poco van permeando la industria tradicional, también es verdad que han podido democratizar los mercados financieros, por lo cual son esfuerzos meritorios. Esto permite ir acelerando la inclusión financiera sin duda, pero nuevamente el tema del conocimiento, la seguridad y la protección a los usuarios de los sistemas financieros requiere un esfuerzo mayor.
En este sentido, es importante destacar la importancia de iniciativas como la que se emprende desde el FAIR Center para contribuir al impulso del conocimiento financiero entre la sociedad mexicana, que le permita gozar de más información para la toma de decisiones que ayude a ponderar los riesgos que representan los productos y servicios financieros, pero también los beneficios que pueden brindar. Festejamos este arranque e invitamos a todos a sumarse a estos esfuerzos de difusión del conocimiento financiero.
Publicado originalmente en El Financiero.