Elaborado por Alicia Galindo, investigadora del FAIR Center.
Teniendo en cuenta que la inclusión financiera proporciona acceso a productos y servicios financieros de forma sustentable y responsable para individuos y negocios, también se considera una herramienta fundamental que puede ser utilizada para fomentar el desarrollo social y económico en sociedades vulnerables. El Banco Mundial declaró que la inclusión financiera es un habilitador de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS). Sin embargo, existen pocos estudios que muestran evidencia sobre el puente que existe entre la salud humana, calidad de vida, bienestar y la inclusión financiera.
Este tema es sumamente importante siendo que nuestro país ha mostrado un progreso notorio en el alcance de servicios financieros entre la población. En México, de acuerdo con la Política Nacional de Inclusión Financiera 2020-2024 (PNIF), la inclusión financiera está basada en cuatro pilares: acceso y uso de servicios financieros formales, protección y educación financiera al consumidor.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2021, de los adultos entre 18 y 70 años en México que cuentan con trabajos formales y que no son considerados pobres, el 82% tiene una tarjeta de débito, el 27% tiene una tarjeta de crédito o departamental, el 23% tiene al menos un seguro contratado directamente y el 82% tiene una cuenta de ahorro para el retiro o afore.
El panorama cambia radicalmente en adultos en trabajos informales no considerados pobres: el 11% tiene una tarjeta de débito y 21% tiene una tarjeta de crédito o departamental, el 8% tiene al menos un seguro contratado directamente y 28% sí tiene una cuenta de ahorro para el retiro o afore. La informalidad es un factor crucial.
De acuerdo con el United Nations Capital Development Fund (UNCFD), los tenedores de una cuenta bancaria pueden tener acceso rápido al crédito, a mejorar y mantener sus negocios, invertir en educación y salud, así como poder hacer frente a crisis financieras para mejorar la calidad de vida de sus familias.
Se ha demostrado que la inclusión financiera tiene un efecto directo en la salud de las personas. Por ejemplo, en el caso de una enfermedad no predecible, individuos con acceso a servicios financieros pueden hacer frente a gastos inesperados a través de ahorros que los lleven a tener mejores resultados en su salud.
En función a lo anterior, y resaltando el hecho de que la inclusión financiera rompe brechas de género, edad y condición social dando acceso a recursos, puede ayudar a las personas a generar mejores resultados en su salud al propiciar una alimentación adecuada, energía limpia y la mejora de servicios sanitarios, entre otros causantes.
En varios estudios se ha demostrado que la variable salud se puede medir a través de la expectativa de vida. Teniendo en cuenta esto, ¿cómo estamos en México? De acuerdo con el Reporte de Estadísticas Sanitarias Mundiales de la OMS, la esperanza de vida para hombres es de 76 años y para mujeres es de 79.2 años. La cobertura de los servicios de salud universales alcanza solo para el 76% de la población. En los datos de densidad del mismo reporte, se establece que existen 23.8 médicos y 1.4 dentistas por cada 10,000 habitantes del país. Definitivamente se puede inferir que existe un efecto que se puede resumir en las siguientes condiciones: la inclusión financiera puede garantizar el acceso a los servicios de salud adecuados, como tratamientos, consultas con médicos especialistas, y también a seguros; el no tener acceso financiero puede significar una barrera para recibir atención médica y provocar un deterioro en la salud de las personas.
Otra arista son los programas de prevención y promoción a la salud. Las personas con acceso a servicios financieros pueden invertir en revisiones médicas periódicas y tener una alimentación balanceada.
Por último, la salud financiera está relacionada con el bienestar mental. La falta de inclusión financiera puede generar estrés y ansiedad relacionados con problemas económicos, lo cual lleva a tener un impacto negativo en la salud física de las personas.
Considero que nuestro país tiene una gran oportunidad para mejorar la calidad de vida de las personas y su salud a través del acceso a servicios financieros que brinden protección contra gastos inesperados, faciliten el acceso a servicios de salud, fomenten la prevención y promoción de la misma y por último reduzcan las desigualdades económicas de la sociedad.
Publicado originalmente en El Financiero.