Elaborado por Pablo Pérez Akaki, líder en región Ciudad de México del FAIR Center de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey.
Fui invitado a participar en las actividades de la Semana Nacional sobre Educación Financiera (SNEF) 2023, que tiene como sede a Los Pinos, para discutir sobre el tema de la inclusión financiera y su relevancia para la superación de la pobreza en la sociedad mexicana. Es claro que la inclusión financiera y el bienestar económico están fuertemente relacionados, pero es necesario demostrarlo para que no sea simplemente especulación desde un punto de vista académico, pues, aunque inclusión financiera y bienestar estén relacionados, no implica necesariamente una condición de causalidad.
Así, la manera de demostrar que hay una relación de causalidad es por medio de ciertos tipos de “seudo experimentos” que observan a lo largo del tiempo a grupos de diversas condiciones, todas bien identificadas desde el comienzo del estudio, y su evolución se compara contra otros grupos de similares condiciones, pero sin que accedan al “tratamiento”, en este caso, los productos o servicios financieros previamente definidos. Ese tratamiento consiste en ofrecerles acceso a productos, servicios y educación financiera para que puedan tomar mejores decisiones respecto a su dinero y sus recursos.
Sin embargo, aunque trivial el ejercicio, no siempre los resultados son positivos, principalmente porque no siempre se observa una diferencia entre quienes han recibido el tratamiento y los que no. Algunos explican este resultado a la manera en la que se comparan ambos grupos y al horizonte de tiempo evaluado. Pero es importante decir que los resultados están condicionados a los esfuerzos que otros actores realicen, entre ellos quienes impulsan el lado de la oferta del sistema financiero, es decir, los propios actores financieros quienes son capaces, por medio de inversiones en infraestructura, innovación y capacitación, en ofrecer diversas alternativas que motiven al acercamiento de los usuarios.
Y también están influidos por las autoridades y la manera en la que influyen en la sociedad, ya sea por medio de sistemas de protección a los usuarios, por medio de esfuerzos públicos educativos, como la propia SNEF y la creación de instituciones de protección para los usuarios, así como por medio de leyes y normas que permitan generar una sana relación entre las partes involucradas y un crecimiento equilibrado del sector financiero y de la sociedad.
Pero también es importante que no solo sean las autoridades financieras, sino que haya un involucramiento de las autoridades relacionadas con el desarrollo territorial, pues el bienestar económico tiene como uno de los factores a la inclusión financiera, pero no el único. Así, si desde una perspectiva territorial evaluamos las necesidades de cada región, involucrando a las autoridades locales y a los actores, las respuestas en el bienestar serán más eficaces. Así, cuando solamente se abren más cuentas, cuando solamente se ofrecen más créditos, se impulsa el uso de esos medios, pero no necesariamente se tiene mayor bienestar, pues este viene acompañado por salud, educación (financiera y no financiera), justicia, trabajo, etcétera.
Así que, al igual que desde el sector público se ha impulsado a tener una visión territorial del desarrollo, también animamos al sector privado, principalmente al financiero en este caso, a adoptar una visión también territorial en sus estrategias de impulso a la inclusión, ofreciendo productos y servicios apropiados para las diferentes condiciones de cada región, atendiendo a las circunstancias locales de la sociedad.