Nequi, Daviplata y Transfiya frente a Bre‑B
Nequi y Daviplata ya permiten realizar envíos instantáneos entre cuentas, en muchos casos sin costo alguno, y se han posicionado especialmente entre jóvenes urbanos. Transfiya, por su parte, representa un antecedente institucional clave y hoy se transforma en Bre‑B desde el punto de vista técnico y regulatorio. No desaparece, pero sí se renueva formalmente.
Bre‑B ofrece ventajas diferenciadas frente a las billeteras privadas que operan actualmente en el país. Una de las principales es su interoperabilidad central, que permitirá a todas las entidades financieras conectarse bajo un mismo estándar, lo que facilita pagos cruzados sin necesidad de múltiples integraciones bilaterales. Además, cuenta con el respaldo institucional del Banco de la República como garante del sistema, lo que genera mayor confianza entre los usuarios y asegura altos niveles de trazabilidad.
Pero estos beneficios no se traducen automáticamente: la mayoría de los usuarios no sabe qué ganaría con Bre‑B si Nequi y otros ya funcionan y son gratis. Si en el cuarto año se empiezan a aplicar cobros y no se comunica ningún valor adicional, el efecto puede ser rechazo o indiferencia. Por esto, si los usuarios no comprenden el valor agregado, seguirán utilizando las opciones que ya conocen. Las experiencias previas de cobros por transferencias entre cuentas de una misma entidad han generado desconfianza y pueden poner en duda la propuesta. Es común ver publicaciones en redes sociales de personas frustradas que se quejan por estos cobros, lo que evidencia la necesidad de explicar claramente los beneficios diferenciales que ofrece Bre‑B. Aunado a esto, ya se han presentado denuncias sobre intentos de fraude, que suelen afectar a personas tradicionalmente vulnerables y excluidas del sistema financiero formal. Para esto, el Banco de la República ha emitido un comunicado con siete recomendaciones para evitar fraudes financieros en el proceso de registro de las llaves.
Un análisis particularmente valioso proviene de una tesis de maestría de la Pontificia Universidad Javeriana que analiza el efecto del uso de sistemas de pagos inmediatos sobre la elección del medio de pago preferido por los hogares colombianos. Los autores Nini Rodríguez y Óscar Sánchez identificaron que, aunque existe una buena disposición general hacia los pagos inmediatos entre personas bancarizadas, persiste una fuerte preferencia por el efectivo debido a la confianza cultural en su tangibilidad, la percepción de mayor control sobre el gasto y una baja familiaridad con tecnologías financieras entre adultos mayores y sectores rurales. Además, la investigación subraya la importancia de campañas de comunicación segmentadas, con lenguajes accesibles y soporte pedagógico, para lograr una inclusión genuina y no superficial. La tesis plantea que el éxito de una herramienta como Bre-B dependerá no sólo de su diseño tecnológico, sino del grado en que se adapte a realidades culturales y sociales específicas y logre construir confianza sostenida en el tiempo.
Éxitos y fracasos en Latinoamérica: PIX en Brasil y CoDi en México
Uno de los casos de éxito que más resuenan en el mundo de los pagos inmediatos es el de PIX en Brasil. Este sistema fue lanzado en noviembre de 2020 por el Banco Central brasileño, ya procesa más de 6.000 millones de transacciones mensuales. Su adopción alcanza entre el 76% y el 87% de la población adulta. Fue efectivo no solo por su tecnología, sino por campañas públicas masivas, estándares QR, educación para adultos mayores y presencia en comunidades rurales e indígenas.
En el otro extremo tenemos a CoDi en México. Lanzado antes que PIX, no ha superado el 8%-10% de adopción. El problema no fue técnico, sino de percepción: la gente ya enviaba dinero entre bancos sin costo y el efectivo dominaba la economía. CoDi careció de campañas que abordaran a diferentes segmentos de la población y no supo comunicar su valor agregado. Colombia se parece más al caso mexicano: ya existen transferencias ágiles entre bancos en gran medida (aunque no de manera gratuita), el efectivo sigue siendo fuerte y la cultura financiera digital es limitada. Bre‑B tiene que evitar los errores de CoDi: infraestructura sin acompañamiento, adopción insuficiente y bajo impacto social.
Inclusión financiera, cultura del efectivo y perspectiva gerontológica
En Colombia, casi el 80% de las transacciones diarias se hacen en efectivo. Esta situación no obedece a limitaciones técnicas, sino que refleja una combinación de informalidad laboral, baja bancarización, desconfianza en los canales digitales y escasa educación financiera.
Esto implica varios retos:
- Registrarse no es suficiente; se requiere formación adaptada a las realidades de cada grupo.
- La inclusión no puede basarse únicamente en que el usuario se adapte por su cuenta, sin acompañamiento.
- Aunque la publicidad actual busca mostrar diversidad, sigue dejando fuera a adultos mayores y a zonas con baja conectividad.
- El riesgo por fraudes financieros siempre es latente, sobre todo para personas de bajos ingresos, baja alfabetización digital y personas mayores.
Nequi, por ejemplo, ha impulsado el registro de llaves digitales mediante sorteos de motocicletas para fomentar la adopción. Esto tiene sentido dentro de su modelo, ya que los números de cuenta coinciden con los números de celular, lo que podría generar confusiones: que los movimientos lleguen a otra institución financiera en lugar del teléfono asociado. Esto ya ocurre en menor medida con Transfiya, pero sería un escenario recurrente con la implementación de Bre‑B.
Tampoco se observa una estrategia clara de educación financiera orientada a mostrar cómo el uso de servicios digitales puede mejorar la vida cotidiana. No se ve al producto financiero dialogando con la identidad de las poblaciones tradicionalmente excluidas; más bien, se suma a la narrativa tecnológica moderna, que puede resultar intimidante para quienes no se sienten identificados con esta nueva ola de “finanzas digitales”.
Las piezas publicitarias de Bre‑B, si bien muestran inclusión visual (p.ej., una persona en silla de ruedas enviando dinero a su abuela), carecen de materiales diseñados para personas mayores sin acceso a aplicaciones o campañas dirigidas a través de radios comunitarias o ferias locales. La narrativa implícita es que el usuario debe adaptarse. Pero eso no es inclusión: es homogeneizar sin considerar la diversidad de contextos.
Recomendaciones para que Bre‑B sea más que infraestructura
- Comunicar claramente el valor diferencial: explicar qué aporta Bre‑B frente a las billeteras o transferencias actuales.
- Aprender de PIX: campañas inclusivas, presencia en campo, tutoriales en varios formatos, atención especial para adultos mayores.
- Evitar repetir CoDi: no asumir que basta con aparecer: hay que convencer, acompañar, motivar.
- Incluir perspectiva gerontológica y territorial: interfaces legibles, soporte telefónico simple, material en emisoras, visita a zonas rurales.
- Monitoreo real, no solo registros: saber cuántas llaves activas generan pagos, frecuencia por edad y región, reducción del uso de efectivo y percepción de confianza.
- Claridad en tarifas posperíodo gratis: evitar costos sorpresivos sin valor entregado.
- Campañas de prevención de fraude: educación financiera para que la inclusión financiera prometida genere bienestar real.
Conclusión
Bre‑B es un avance técnico y regulatorio bien diseñado: interoperabilidad centralizada, regulación uniforme, respaldado por el Banco de la República. Tiene potencial de reducir el uso del efectivo, formalizar transacciones de bajo monto y contribuir a la inclusión financiera.
Pero su éxito no depende solo del registro de llaves; depende de cómo conecte con los usuarios más vulnerables: personas adultas mayores, rurales, informales. Si no logra transformarse en un sistema comprendido, confiable y útil, puede convertirse en una infraestructura infrautilizada o, peor, en un experimento institucional sin impacto real.