Elaborado por Ignacio Ibarra López, investigador del FAIR Center.
La pérdida de empleo y la caída del ingreso durante la crisis sanitaria, motivó a que la CNBV emitiera modificaciones temporales en la regulación de las entidades financieras.
La pandemia del COVID-19 ha sido un reto a nivel mundial, pues se han generado diferentes impactos en el bienestar de las personas. La pérdida de empleo y la caída del ingreso durante la crisis sanitaria en México, motivó a que la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) emitiera modificaciones temporales en la regulación de las entidades financieras, recomendara modificar el pago de dividendos e incluso permitiera la reestructura de créditos, entre otras acciones.
¿Cuáles son los efectos de la pandemia con relación a las características del acceso y uso de los productos y servicios financieros en el país? Para responder esta pregunta, podemos utilizar la información oficial de la CNBV en su Base de datos de inclusión financiera. Si se analiza la información por cada 10 mil habitantes, de 2016 a 2020 considerando datos de los 32 estados en el país, se tiene que, por el tipo de sucursal, los corresponsales bancarios son los que representan el grupo más numeroso.
En particular, de 2016 a 2020 se tuvo un crecimiento de 35.03% pasando de 2.94 sucursales por cada 10 mil personas a 3.97. Es interesante que el segundo grupo de sucursales (banca comercial) prácticamente no cambia en el tiempo. Se tiene, en 2016, una sucursal por cada 10 mil habitantes y, en 2020, 0.99. Para los otros tipos de banca, se observa una participación marginal en el número de sucursales.
En cuanto al tipo de créditos (también relacionado el dato por cada 10 mil habitantes), el de mayor importancia en México, y que además presenta mayor crecimiento, es el crédito personal. En el 2016 se otorgaban 809 créditos por cada 10 mil personas, mientras que en el 2020 se otorgaron mil 026 por cada 10 mil habitantes (+26.82%).
Los créditos destinados a incrementar el patrimonio no son los principales en México en el período analizado; sin embargo, presentan un crecimiento importante a lo largo del tiempo. Por ejemplo, los créditos hipotecarios crecieron de 93 en 2016 a 117 créditos por cada 10,000 habitantes en 2020 (+25.81%).
El crédito automotriz creció de 44 créditos en 2016 a 68.4 en 2020 (+55.45%). El crédito para bienes durables se incrementó de 203 en 2016 a 230 créditos por cada 10 mil personas en 2020 (+13.30%).
La principal conclusión del análisis de estas variables es que el sistema financiero en México no ha experimentado un retroceso a lo largo del tiempo, lo cual es una buena noticia. Sin embargo, sí se observa una conversión de los servicios tradicionales a servicios digitales, lo cual se refleja en el estancamiento de las sucursales (físicas) de la banca comercial.
Al mismo tiempo, se debe destacar el papel que tienen los corresponsales bancarios, pues por su tendencia al crecimiento y número en México, representan una puerta de entrada al sistema financiero. El reto para este tipo particular de punto financiero es incorporar productos y servicios de crédito a su oferta actual de servicios.
Es interesante que los créditos patrimoniales hayan crecido en México, aun en un período de coyuntura sanitaria. Aunque no se han presentado datos al respecto, se puede argumentar como una posible explicación, el vínculo con la denominada economía GIG, en particular para el caso del crédito automotriz.
La OCDE ha definido este tipo de economía, como la participación de plataformas digitales para completar mercados. En este caso, una plataforma, une a los trabajadores de un lado del mercado, con los clientes (consumidores finales o empresas) del otro lado.
Por ello, si se demandaban durante la pandemia servicios en línea, muchas personas pudieron aprovechar esta oportunidad para realizar las entregas o realizando viajes, con lo cual encontraron una solución de corto plazo a su necesidad de generar ingresos.
Este tipo de economías podría representar una oportunidad no sólo de completar el mercado laboral, sino además de incluir financieramente a las personas, considerando los problemas que presenta la economía mexicana para crear empleos formales.
Por otro lado, el crecimiento de los créditos patrimoniales en México es alentador, pero también implica una serie de retos a futuro debido a que, para su sostenibilidad, es necesario garantizar la estabilidad laboral.
Publicado originalmente en El Financiero.