Elaborado por Francisco Orozco, líder región Norte del FAIR Center y profesor de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey.
Un tema particularmente sensible en situaciones de inestabilidad económica, donde una enfermedad repentina o la pérdida de empleo pueden desencadenar una crisis financiera.
Amiga y amigo lector, en un mundo cada vez más complejo, donde la educación financiera juega un papel importante en el desarrollo de la sociedad ante retos inminentes como los sistemas de salud y de retiro en el mundo, hablar de finanzas personales ha empezado a tener una agenda sumamente importante en la conversación diaria por parte del gobierno, de instituciones financieras y de las personas. Y es que antes de hablar sobre éxito financiero, concepto que es muy atractivo (un poco subjetivo también a mi parecer) y que está en tendencia en las redes sociales, debemos entender lo que es la vulnerabilidad financiera como un punto de arranque dentro de estos temas.
La vulnerabilidad financiera se ha convertido en un término común, especialmente en el contexto económico actual. Sin embargo, a menudo se subestima la importancia de entender qué significa realmente y cómo podemos medirla y mitigarla.
En términos simples, la vulnerabilidad financiera se refiere a la incapacidad para enfrentar emergencias económicas o asumir riesgos financieros, lo que podría llevar a una espiral de deudas o problemas económicos severos. Es un tema particularmente sensible en situaciones de inestabilidad económica, donde una enfermedad repentina o la pérdida de empleo pueden desencadenar una crisis financiera.
Como se había comentado anteriormente, disminuir la vulnerabilidad financiera es una labor de diferentes actores. Si hablamos del gobierno, éste debe regular las instituciones financieras para garantizar que actúen en el mejor interés de los consumidores.
Esto incluye la implementación de reglas sobre transparencia en la fijación de precios, calidad de servicio y la disponibilidad de productos financieros seguros. Así también, se debería hablar de la inclusión de la educación financiera en los programas escolares y la promoción de programas de alfabetización financiera que ayudan a las personas a tomar decisiones más informadas sobre su dinero.
En cuanto a las instituciones financieras, su tarea está en ofrecer préstamos y créditos con tasas de interés y plazos razonables. Al mismo tiempo, las instituciones financieras permiten a las personas invertir en oportunidades que de otro modo estarían fuera de su alcance.
Esto incluye elementos como educación, compra de bienes raíces o incluso el inicio de un negocio. Las instituciones financieras juegan un rol crítico en la reducción de la vulnerabilidad financiera a través de la oferta de productos y servicios que permiten a las personas manejar riesgos, invertir en oportunidades y asegurarse contra eventualidades.
En ese sentido, nosotros como personas tenemos el reto de adquirir conocimiento a través de la educación financiera, pero este conocimiento no funciona si no hay un cambio en el comportamiento. Como ven, esto pareciera un manojo de estambre del cual no sabemos qué hilo empezar a jalar.
Entonces, ¿por dónde comenzamos a desenredar este “manojo de estambre” de la vulnerabilidad financiera? La clave podría estar en un cambio de perspectiva. En lugar de ver la educación y la gestión financiera sólo como un medio para alcanzar el éxito económico, podríamos considerarlas como herramientas esenciales para fortalecer nuestra resiliencia ante las incertidumbres de la vida.
Es aquí donde la conversación sobre vulnerabilidad financiera adquiere una nueva dimensión: no se trata sólo de prevenir riesgos, sino también de construir una base sólida que nos permita afrontar desafíos y aprovechar oportunidades. Al comprender mejor nuestros propios perfiles financieros, desde los hábitos de gasto hasta las estrategias de ahorro e inversión, podemos hacer más que simplemente “sobrevivir” en tiempos de crisis; podemos prosperar.
La vulnerabilidad financiera, entonces, no debería verse como un estigma o una falla personal, sino como una realidad común que enfrentamos en diferentes grados a lo largo de nuestras vidas. Al hablar abiertamente sobre ella, desmitificamos el tema y fomentamos un entorno en el que buscar ayuda y asesoramiento se vuelve más accesible y menos intimidante.
La importancia de hablar sobre la vulnerabilidad financiera radica en su capacidad para empoderarnos. Al reconocer y abordar nuestras vulnerabilidades financieras, no sólo estamos protegiendo nuestro presente, sino también asegurando un futuro más estable y próspero.
Este es un viaje que requiere paciencia, educación continua y, lo más importante, la voluntad de enfrentar nuestras realidades financieras con honestidad y coraje. En última instancia, el hecho de hablar sobre la vulnerabilidad financiera es hablar sobre cómo construir una sociedad más fuerte y resiliente, una en la que todos tengamos la oportunidad de florecer.