Con el objetivo de construir y compartir conocimiento y reflexiones en torno de los retos y posibilidades que tiene la educación financiera en México, el FAIR Center de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey encabezó la realización del panel "Cultura financiera: retos y realidades en México", el pasado 18 de octubre en Bibilioteca campus Monterrey.
Ante una treintena de estudiantes y académicos, Felipe Pérez Sosa, director del FAIR Center, Mirthala Ledezma, gerente de Impacto Social en ARMUR-FEMSA, Héctor Rivera, director de Crédito en Hey Banco, Jannay Hernández, asesora de Educación Financiera en BBVA México, y Pedro Garza, titular de la Subgerencia de Educación Financiera del Banco de México, intercambiaron perspectivas, experiencias y opiniones a propósito de lo que cada una de las instituciones participantes ha podido construir y conocer en torno al estado de la inteligencia financiera en México y la consolidación de una cultura sobre finanzas personales y empresariales que pueda mejorar el estándar de vida digna de la población en el país.
En su intervención, Felipe Pérez destacó que los desafíos que enfrenta la educación financiera tienen más que ver con un cambio de cultura que con conocimientos teóricos:
"Una cosa es saber finanzas y otra cosa son las actitudes. El error en el enfoque ha sido que se ha buscado entender a la educación financiera como conocimiento, cuando la gente lo que necesita es una aplicación práctica de esos alcances, herramientas que le permitan tomar mejores decisiones".
Para Mirthala Ledezma, la adopción de cambios positivos en las elecciones relacionadas con finanzas personales y empresariales puede alcanzarse si existen claridad en los comportamientos y sus objetivos.
"Cuando hablamos de un uso adecuado de servicios financieros formales, esto también tiene que ir de la mano con claridad en los objetivos. Conocimiento, en el caso de los finanzas, solo representa un 11% de la alfabetización de una persona, y en cambio hay otros dos componentes: tanto los comportamientos como las actitudes son lo que más toma relevancia al tomar decisiones y son lo que de verdad determina la alfabetización financiera de una persona".
Ledezma también retomó algunos datos de la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF), en torno a las prácticas y rutinas de uso y acceso a servicios financieros formales en el país. Por ejemplo, recordó que el 32% de las personas en México solo utiliza efectivo, y señala que lo hace "por costumbre"; algo similar sucede con el ahorro, donde un 39% de la población elige métodos informales y adjudica dicha decisión a que creció en un círculo cercano que ahorraba de manera similar.
La experta también señaló tres condiciones que deben existir para que una persona adquiera más fácilmente educación financiera:
- Claridad en los objetivos del comportamiento a modificar. Deben ser inmediatos, de impacto cercano con las actividades y necesidades cotidianas.
- Temporalidad. Para convertirse en hábito, los conocimientos y comportamientos que imparta la educación financiera deben ser repetidos y refrendados durante un periodo prolongado.
- Procurar relevancia. Debe hacer sentido, para la persona que lo intenta, cualquier opción que implique un cambio en sus comportamientos financieros. Por ende, los nuevos hábitos deben estar relacionados con la solución de búsquedas reales y con hechos y circunstancias de la persona que la impacten profundamente, sobre todo en su calidad de vida.
Por su parte, Jannay Hernández, de BBVA, reflexionó sobre la confianza como un motivador de las prácticas financieras inteligentes, y destacó el papel del diseño de los servicios ofrecidos por las instituciones bancarias y financieras para incentivarla:
"Debemos poner énfasis en las necesidades y características culturales y contextuales de las poblaciones menos bancarizadas. Los adultos mayores, por ejemplo. No podemos diseñar soluciones genéricas. Para estas poblaciones, se necesitan opciones intuitivas, con textos grandes".
"Los retos de la inclusión financiera para las instituciones bancarias son culturales y psicológicos. No podemos solo incentivar temas como el ahorro sin dejar claro para qué es importante que una persona ahorre. Eso nos permite diseñar estrategias y que tenga sentido para el usuario hacer cambios en su comportamiento financiero", añadió.
Los panelistas también conversaron sobre la importancia que tiene la educación financiera para mejorar la calidad de vida y el bienestar de las personas en situaciones de vulnerabilidad, como niños, mujeres y migrantes.
Pedro Garza, de Banxico, dijo a propósito de ello que el cambio cultural que genere educación financiera también debe ser un cambio cultural que derrive o cuestione otros tabúes, como los de la atención a poblaciones menos favorecidas y su acceso a derechos y servicios.
Para el representante de la banca no tradicional, Héctor Rivera, la virtualidad ofrece una enorme ventaja en ese sentido, pues "montarnos en el alcance de redes y comunidades en línea, teniendo cuidado de la viralización de contenidos inadecuados y desinformativos, puede llevar a decisiones acertadas".
"Debemos procurar mensajes diferenciados para cada sector en situación de vulnerabilidad, a través de los adecuados canales y aprovechando las diferentes tecnologías", propuso.
Finalmente, las y los panelistas destacaron el panorama positivo y tranquilizador que el avance de la educación financiera ha tenido en el país, y compartieron la perspectiva positiva hacia un futuro con una población que goce de mejores condiciones de vida derivadas de una mejor y mayor inteligencia financiera.
"Lo hemos estado haciendo bien. Vinculaciones como las que el FAIR Center ha firmado esta mañana con ARMUR-FEMSA a través de su asociación civil, ungap, y los otros relacionamientos que hemos ido generando, son un ejemplo de la preocupación que compartimos instituciones educativas, pero también empresas, desarrolladores de tecnología y banca privada. Es la preocupación que nos tiene aquí y por la que seguimos trabajando y empujando estas iniciativas", finalizó Felipe Pérez.